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Tradiciones Orales de Guastatoya

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EL Duende A ntes de que hubiera tele Mucho antes de las redes. ( Sí,  habían redes de maiz en mazorca, del malpais) Si la familia tenía  Alguna preciosa niña en edad de “merecer” Ya con gracia de mujer. Se rezaba pa’que el  duende, muy galán y buen jinete, que en las noches se “aparece", de ella no se enamorara.  Porque con sus serenatas Y especiales cantineadas Seguro se la ganaba. Los jefes de las familias Buscaban el protegerles. Con tal de alejar al duende, Se hacían hasta vigilias. Habían algunos “trucos” Que seguro no gustaban, al libidinoso duende,   en la entrada de la casa,   ponían piedras de sulfuro   Y cruces de ramas verdes de Chilco de las Quebradas.       Unas tijeras abiertas,        colocadas en la puerta.        Una herradura de hierro,         Y unas ramitas de eneldo.                    Donde la niña dormía,          un frasco de agua bendita            y ajos en las esquinas.     

La mentada Siguanaba

      D icen que la Siguanaba ,                          Aparecía en el pueblo,                    cuando la noche quedaba                   A merced de los luceros                    Y de la luna plateada.                         Cuando el silencio rompían                           muchos perros asustados.                          Empezando en la lomita,                         sus ladridos destemplados.                          sin saber a qué temían. Por las calles de las Joyas ululaban í  Y cantaban las auroras. A las doce de la noche. Era el preludio a esa hora de escuchar las carcajadas, cuando en la Vieja  picona, con el diablo se bañaba La mentada Siguanaba Según cuentan los mayores   n o caminaba, levitaba, mientras despacio buscaba al trasnochador de amores. Según  Don Ernesto Pinto  así encontró a  Lalo Espino. ¿Cómo o era la Siguanaba? Hay distintas opiniones. Pe

La Princesa Mora

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El Diablo y el Infierno Una noble musulmana,  De aquella España ocupada,  (E princesa la Mora)  Miraba por la ventana,  donde se cuela la aurora,  pasar tarde o de mañana los monjes en caminata. No iban en caravana, Era rara su campaña. La exégesis aplica sola, la fe siempre es la que obra. Por días, meses y años  Caminan por el desierto. Sin comida y en harapos. Algunos monjes han muerto buscando en meditación, Y en sublime adoración acercarse más a Dios. Aquella hermosa doncella, Con tanto encanto moruno, otra es la fe que profesa. Ella sabe que en su mundo es Alá es el que gobierna. Más le dicta su conciencia que respete otras creencias.  Esa belleza moruna, Sin salirse del precepto que cambie su pensamiento Ahora es presa de una duda: -Que moverá a los cristianos  A hacer duras penitencias pasando los días orando buscando significados Entre riesgos e inclemencias La duda se hace obsesión  ¡Busca