En la proa de la barca




La última vez que la vi. 
La vi tan bella y callada
como rosa candorosa, 
con   aroma delicada
que le prestó a la montaña. 

Más madura en su altivez, 
lejos de ser presuntuosa. 
Sin postura sobre actuada
que desmedre lo preciosa. 

La noche fue de momentos, 
al tenerla tan cercana
atrapada en mi mirada
cual cocuyo en la oscurana. 

Para éste que tanto le canta, 
no hay actitud solapada
son los versos lisonjeros
hijuelos de madrugada
para que broten despacio
en el envés de su almohada. 
 
Versos sencillos y llanos, 
que son una exaltación 
al candor de sus encantos
que hechizan mi corazón. 
Y a lo que tiene por dentro 
que lo demuestra con gestos
compartiendo pan y amor. 
 
Yo sólo tengo un pecado
cuando canto a lo precioso 
¡Los versos llevan inmersos! 
un deseo lujurioso
 Y es que su cuerpo  lozano
sea un mar para mis manos

Asi le diera mi reino
Por dormitar en su seno
acurrucado en sus brazos
bajo un cielo hermoso y pleno. 

Despues ni me importaría
que venga por mi la parca
llevando la luz de sus ojos
en la proa de la barca. 

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